San Andrés y Sauces
El Municipio de San Andrés y Sauces se extiende sobre una superficie de 44 km. cuadrados, situado entre Puntallana y Barlovento. Su paisaje discurre entre profundos barrancos y lomos irregulares; sobre ellos se asientan 18 entidades poblacionales destacando Los Sauces como cabecera municipal.
La orientación noreste y la escarpada orografía facilitan la captación de las nubes cargadas de humedad que los vientos alisios empujan hasta aquí. Este aporte hidrológico repercute en el importante acuífero de la Comarca y a mantener viva la exuberante vegetación de laurisilva declarada Reserva de La Biosfera.
En sus montes altos se encuentra el pinar y la zona costera, antaño con representaciones abundantes del bosque termófilo, está ocupada por el monocultivo del plátano.
Una referencia a la ocupación de los antiguos pobladores de Adeyahamen se ubica en el cauce del Barranco de San Juan donde se sitúa el famoso complejo arqueológico de El Tendal.
La agricultura, principal eje económico, dibuja bellas panorámicas entre platanares, ñameras y viñedos; en torno a ella fluye una arquitectura de viejas raíces. Aún perviven en Los Galguitos las primitivas viviendas con techos pajizos de centeno; blancas casonas, ermitas e iglesias forman parte de la identidad del próspero municipio saucero.
COSTUMBRES vinculadas al agua
Los pobladores de la isla palmera han ido forjando, a través de los siglos, una particular cultura vinculada al agua. Sus ricos acuíferos alimentados con la nieve, la lluvia y la condensación de nieblas, no siempre se mostraban generosos. Cuando los campos padecían las sequías y las fuentes no manaban, los antiguos pobladores ritualizaban y ofrecían a los dioses sus piedras grabadas en petición de fertilidad y abundancia.
Del saber aprovechar este recurso natural escondido bajo el subsuelo se derivan las galerías y los pozos. El hombre ha creado aljibes junto a sus viviendas, represas, embalses… para atesorar ese bien que da vida. Más de 150 galerías han sido excavadas con el esfuerzo de muchos obreros que desempeñaban una dura labor cargada de incertidumbre, pues no se sabía a ciencia cierta si la obra sería fructífera o no.
Las bestias subían provisiones y herramientas para abrir las oscuras brechas. A golpe de mazo, el cabuquero introducía en las rocas las cargas de pólvora, tras la explosión se retiraban los escombros con carretillas. En una tarea compartida se hurgaba en las entrañas de la tierra anhelando encontrar un importante alumbramiento de agua. Kilómetros de túneles fueron excavados con picos y palas bajo la luz de los carburos; el sonido de las vagonetas, en su ir y venir, formaba parte de la rutina diaria. Fueron importantes los esfuerzos físicos y económicos que se emplearon para hacer manar ese preciado tesoro.
TRADICIONES apegadas a los campos
En este territorio norteño la madre tierra iba dando paso a los diferentes cultivos a través de las centurias; el azúcar, la viña, el cereal, la cochinilla y el plátano son señas de identidad en la economía local.
Los terratenientes fomentaron la plantación de caña de azúcar en el siglo XVI; dos ingenios azucareros generaban una importante producción que satisfacía la demanda del comercio europeo. Para el óptimo funcionamiento de estos complejos industriales se requería un salto de agua continuado, abundante leña y mucha mano de obra. Se mermaron los montes y aumentó la población de San Andrés y Sauces. En los ingenios se prensaba la caña y, tras un largo proceso, se obtenían azúcares, mieles y la fabricación de alcoholes.
Los cañaverales se fueron sustituyendo por vides y cereales; paralelamente se desarrollaba una agricultura de autoconsumo. A mediados del pasado siglo, el mercado del vino entra en crisis y se introducen, desde América, las tuneras; en éllas vivían unos pequeños insectos que revolucionaron la industria del colorante. Los campesinos recogían la blanquecina cochinilla hasta que los tintes sintéticos desplazaron esta forma de vida.
Actualmente, el paisaje se ve prácticamente monopolizado por las plataneras, pero las frondosas ñameras también crecen en tierras sauceras. Su tubérculo o ñame se cocina a fuego lento durante largo rato, consumiéndose acompañado de pescado y mojo, en potajes o como postre aliñado con miel de caña.
Vinculado igualmente al mundo gastronómico subsiste la única destilería de ron y aguardiente en los aledaños de Puerto Espíndola.
FESTEJOS con sabor a campo y a mar
Ermitas e iglesias se visten de fiesta una vez al año, los vecinos tienen la excusa de la alegría para reunirse entre las plazas y calles, el cielo se salpica con voladores retomando con reingambre popular los diferentes festejos.
Así, en diciembre los cánticos navideños resuenan ante el portal costumbrista que recubre el Altar Mayor de San Andrés; el Auto de Reyes tiene especial vistosidad en Los Sauces y muy pronto estos días entrañables dejan paso al Carnaval. En marzo se celebra el Entierro de La Sardina; ríos de gentes lloran la muerte del pez que simboliza el fin de estas alegres fiestas.
A finales de mayo se engalanan las cruces y ya en junio, destacamos el día del Corpus; el Santísimo pasa bajo los arcos de flores y semillas, hermosos motivos religiosos visten las calles de San Andrés.
El último fin de semana del mismo mes, desde la techumbre de la ermita de San Pedro cuelgan ramos frutales y florales, teniendo su concurrida romería un sabor campestre.
Pero el mar también está presente en el calendario festivo; en agosto, los jóvenes sofocan el calor participando en la tradicional Cucaña, intentando cruzar las aguas sobre un palo engrasado. Variados actos lúdicos se desarrollan en Puerto Espíndola en honor a La Virgen del Carmen.
Sin duda, las fiestas de La Patrona, La Virgen de Montserrat, son las más importantes y tienen lugar en la primera quincena de septiembre. San Andrés, patrón de la Localidad, pone punto y final a los festejos en el fresco mes de noviembre.
SUGERENCIAS
El Municipio de San Andrés y Sauces cuenta con la exuberancia de la vegetación que cubre sus montes y con la brisa salada que azota sus costas. Entre el mar y la montaña existen numerosas rutas para la práctica del senderismo.
Les proponemos la visita a Los Tiles. Subiendo a mano izquierda encontraremos la única central hidroeléctrica de la Isla; junto al Centro de Interpretación se inicia un sendero que serpentea hasta el Mirador de La Baranda, sus espectaculares panorámicas sobre el Barranco del Agua lo hacen especialmente atractivo; el paseo continúa hasta el pueblo de Los Sauces.
También, desde este bosque, podremos ascender por el camino de La Biosfera hasta los nacientes de Marcos y Corderos. El itinerario discurre en un entorno natural incomparable, frescos paisajes se sugieren entre la densa floresta, senderos, puentes, escalinatas, canales y túneles nos conducirán hasta Las Lomadas.
Pero si lo que desean es conocer los asentamientos poblacionales, desde la plaza de Montserrat desciende un camino en dirección a la costa, entre plataneras y ñameras se desenvuelve la ruta hasta el casco antiguo de San Andrés. En el fondo del barranco destaca la forma cónica del horno de cal; a poca distancia, El Charco Azul y Puerto Espíndola donde disfrutaremos del mar.
PUNTOS DE INTERES
El Canal y Los Tiles
El paisaje de montaña en la zona nororiental de la Isla guarda esta joya natural declarada por la UNESCO en 1983, Reserva de La Biosfera.
El Parque Natural de Las Nieves tiene su máxima expresión en el Barranco del Agua. Su cuenca ha sido excavada por el incesante paso de las aguas a lo largo de miles de años; la erosión ha formado una profunda hendidura en la que crece el bosque de laurisilva, reducto de la Era Terciaria.
Sombras y frescos senderos nos invitarán a adentrarnos en este variado mundo vegetal de helechos gigantescos, laureles, tiles, palos blancos, barbusanos, viñátigos… que proliferan favorecidos por las condiciones climáticas. La constante presencia del agua en minaderos y manantiales delatan el importante acuífero que fluye en el interior de esta espectacular orografía.
El Centro de Visitantes nos facilitará información a cerca de los particulares ecosistemas que habitan en el Parque de 511 has. de extensión. La zona recreativa y de acampada, miradores y caminos han sido habilitados aquí para admirar de cerca la exuberante y valiosa naturaleza.
Iglesia de Nuestra señora de Montserrat
Varios personajes de origen catalán figuran en la fundación e historia de este municipio. A ellos se atribuye la devoción y llegada a la Isla de la imagen de La Virgen de Montserrat. Poco después de la conquista se erigió el templo; sus dimensiones y estética fueron reestructuradas en el presente siglo y los gruesos muros protegen exquisitas piezas de arte flamenco de gran valor; La Virgen de La Piedad, la singular factura de Nuestra señora de Montserrat y la pintura sobre tabla de la Patrona son una clara muestra.
Frente a la iglesia se encuentra una amplia plaza y, al otro lado de la vía, el tranquilo Parque Antonio Herrera con sus preciosos jardines. En torno a ellos fluye la actividad comercial del principal núcleo poblacional del norte insular.
Barranco de San Juan
Este bello lugar forma parte del Parque Natural de Las Nieves y en su peculiar geomorfología abundan las cuevas que fueron ocupadas por los antiguos pobladores de la Isla. La más importante es la denominada “Cueva del Tendal”, de gran valor arqueológico, en la que se han llevado a cabo varias excavaciones, contribuyendo, con sus resultados, a un mayor y mejor conocimiento de la Prehistoria palmera.
El Cuchillete de San Juan es un pequeño territorio que la erosión ha dejado aislado en medio del barranco. Sobre sus peñascos sobreviven inalterables un reducto de la primitiva flora termófila de sabinas, acebuches, cornicales y retamas.
Puerto Espíndola y Charco Azul
La fuerza del mar es una constante en las costas norteñas de la Isla; sin embargo, se localizan, en los cauces de barrancos, embarcaderos como el de Puerto Espíndola que sobresale por su valor histórico.
Constituye un pequeño muelle, varadero de pequeñas embarcaciones, un activo punto comercial entre los siglos XVI y XVII. En él fondeaban naves que iban camino a América y se aprovisionaban de vino, ron y cereales. Desde su ensenada se exportaba la producción azucarera y emigraban los paisanos a Cuba y Venezuela.
Muy cerca se localiza el popular enclave de ocio y esparcimiento de El Charco Azul. Un conjunto de piscinas naturales han sido recreadas aprovechando la propia fisonomía del litoral.
Nacientes de Marcos y Cordero
Ascendiendo por la empinada pendiente sobre la que se asienta el barrio de Las Lomadas llegaremos a la ermita de San Pedro Apóstol (S. XVI); sencilla y remozada luce en medio de una amplia plaza con hermosas vistas sobre los lomos rurales. La casa forestal es el punto de partida hacia los afloramientos de agua más importantes de Canarias.
El silencio se ve roto por los cantos de las aves y el sonido cantarín de las frescas aguas que discurren por el canal. Atravesaremos los estrechos túneles que se excavaron para llegar a los nacientes donde mana abundantemente el líquido elemento canalizado desde primeros de siglo; en la antigüedad corría libremente por el barranco hasta perderse en al mar. El verdor vegetal tapiza las escarpadas paredes que encierran este espectacular paraíso palmero.
Ermita de San Juan Bautista
En el pago de Los Galguitos se encuentra la ermita de San Juan Bautista, la plaza del mismo nombre envuelve este pintoresco rincón. Las piedras esquineras marcan los límites de la rectangular nave edificada en el siglo XVI. Estrechas ventanas se abren en los paramentos y sus techumbres están coronadas por una cúpula de trazos renacentistas, acristalada en su base.
Los alrededores de la ermita hacen la función de mirador hacia el cercano cuchillete de San Juan, Los Sauces y San Andrés.
Casco antiguo de San Andrés
San Andrés fue el primer asentamiento colonial de la Comarca; su iglesia, edificada en 1515 en honor al santo patrón San Andrés Apóstol, constaba de una única nave originariamente, luego ampliada en posteriores centurias, adquiriendo su actual forma de cruz latina. De su interior destacamos tres retablos barrocos y en la imaginería sobresalen la virgen flamenca de La Victoria y la del Rosario considerada como barroca.
Sus calles adoquinadas conducen al visitante por los entrañables rincones donde se respira historia y tradición.
Comerciantes aristócratas, terratenientes que se vieron enriquecidos con el cultivo de la caña de azúcar, construyeron sus hermosas casonas en las inmediaciones del templo. Amplios ventanales, fachadas esgrafiadas, alargadas balconadas que se utilizaban como miradores hacia el mar, le dan vida a este pintoresco casco antiguo cercano a la costa y rodeado de frondosos cultivos de plátanos.
El molino “El Regente”
La riqueza del acuífero de San Andrés y Sauces fue el factor determinante que llevó a la Localidad a ser una de las más destacadas de la Isla desde el siglo XVI. El agua se canalizaba desviándose hacia los dos ingenios azucareros existentes; se aprovechaba la fuerza que el líquido iba adquiriendo con el desnivel del terreno generando la energía que movía las piedras de molino que abastecía, de harina de cereal, al Pueblo y al vecino Barlovento.
Testigo de este fructífero pasado queda la arquitectura del molino “El Regente”, mandado a construir por el hacendado D. Luis de Vandewalle y Quintana en 1873. Se asienta sobre un lomo en lo alto de Los Sauces; estrechos callejones y pintorescas haciendas tradicionales jalonan la pronunciada pendiente.
El molino hidráulico consta de una casa, torre y acueducto; cuenta con varias dependencias, caballería y patios. Su viejo corazón mecánico cobra vida habitualmente para mostrar al visitante que aún tiene fuerza para mover su obsoleta maquinaria.
Aquí se ubica el Centro de Exposición y Venta de Artesanía e Información Turística de la Comarca. Artesanos alfareros, ceramistas, hojalateros, hiladores de lana, tienen en “El Regente” un lugar donde mostrar sus variados trabajos. Delicados bordados, confección de vestimentas tradicionales y una rica cestería, elaborados con la abundante materia prima cortada entre los bosques de laurisilva, podrán ser adquiridos en este singular rincón saucero.
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