Entre la cercana Breña Baja y las lavas del Volcán de Martín se sitúa esta localidad; su territorio coincide con el que ocupaba el prehispánico cantón de Tigalate, en unión con Fuencaliente hasta 1837.
El pueblo recibe el título de Villa el 18 de marzo de 1878 bajo el reinado de Alfonso XII, para diferenciarla de otras localidades del territorio español con el mismo calificativo.
Siempre ha ocupado un puesto destacado en la Isla como lo demuestran los numerosos personajes macenses ilustres que forman parte de la Historia, su noble legado Histórico-Artístico y el rico Patrimonio Arqueológico con el que cuenta.
Entre sus paisajes de origen volcánico crecen las diferentes formaciones vegetales trepando hasta las áridas cotas del Parque Natural de Cumbre Vieja.
En esta comarca abundan los artesanos con almas creativas; la agricultura es su principal modo de vida, las tierras de secano se dedican a la producción de papas, frutas, boniatos, legumbres, pero fundamentalmente, al cultivo de viñedos. La ganadería y el creciente turismo rural son otros pilares económicos que generan riqueza.
LEYENDA de la Princesa Arecida
Cuenta la leyenda aborigen que en la Cueva de Belmaco habitaban los jefes del cantón de Tigalate y su hermana Arecida, y se dice de élla que era hermosa y encantadora. La joven princesa se siente atraída por el apuesto Tinamarcín, admirado por ser un hombre de buen corazón. Ambos se juran amor eterno y los soberanos Juguiro y Garehagua ven con buenos ojos la unión de ambos. En un ambiente de júbilo comienzan los preparativos de la boda a la que asistirán muchos príncipes isleños. Pero todo se desvanece en segundos; embarcaciones extrañas arriban a la isla y los indígenas toman las armas para defender su libertad. El inexperto conquistador Guillen Peraza va al frente de los castellanos, pero pronto será abatido por el propio Tinamarcín y el resto huye hacia La Gomera. El valiente joven es aclamado por su hazaña y Arecida se siente orgullosa de su prometido.
La venganza por parte de los cristianos no se hace esperar; meses más tarde retornan acompañados por indígenas gomeros y herreños que les servían de intérpretes y luchaban junto a ellos.
Jacomar fue el hombre cruel que truncó la felicidad de Arecida; quiso tomar por la fuerza lo que jamás lograría por amor y al no conseguirla le sacó la vida con un cuchillo. Tinamarcín quiere vengar la muerte de su amada, pero serán sus hermanos, los soberanos de Tigalate, quienes acaben con la vida del miserable traidor herreño. Su cuerpo fue festín de los guirres (aves de carroña) y en el recuerdo quedó aquel amor imposible que nunca dio su fruto.
TRADICIONES de viejas labores
De una intensa relación entre hombre y naturaleza surgieron viejas labores, habituales en décadas pasadas y que hoy sólo perviven en la memoria de las personas que las realizaban.
De la sabiduría popular se deriva la utilización de los característicos hornos bicheros; todavía podemos ver sus pequeños cuerpos abovedados junto a las casas de campo. En ellos se introducían los higos recogidos a finales de verano para acelerar el proceso de secado; se caldeaban sus paredes con abundante leña y luego se retiraban los restos de carbón y sobre una cama de colmo o helechas se ponían los higos, tapando la boca del horno. Esta actividad se hacía necesaria cuando los fríos se apresuraban y el sol no calentaba suficiente para deshidratar la fruta.
Por otro lado, el mar aportaba sus riquezas contribuyendo en la economía de subsistencia; las gentes raspaban las peñas para recoger la sal; aprovechaban los restos de ballenas que las corrientes abandonaban en la zona de la desembocadura del Barranco de Las Cuevas y en grandes calderas se calentaban las grasas para hacer aceite. También entre sus costas, en el Porís de Tigalate, Punta Ganado y La Bajita perduran las pocetas donde los mareteros curtían los chochos (altramuces) y se remojaban los tallos de lino con el agua de las mareas.
Estas y otras labores fueron costumbre, como tradicional fue ver los campos de Villa de Mazo cultivados del aromático tabaco y de vides que daban buen vino; la tradición vinícola sigue muy presente en el paisaje pedregoso de secano donde las cepas crecen con total generosidad, produciendo excelentes cosechas de aromáticos y gustosos caldos.
FIESTAS de gran tradición y belleza
Entre los quince barrios con los que cuenta Villa de Mazo se desarrolla un apretado calendario festivo a lo largo del año; desde la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, pasando por cada una de las ermitas, se celebran con devoción y alegría las onomásticas de los santos a los que se les rinde culto.
Tras la festividad del santo patrón San Blas, en febrero, el 18 de marzo «Día del Municipio» se celebran actividades culturales, lucha canaria, festivales… que sacan de la rutina diaria al habitante macense. En el mes primaveral de mayo se engalanan las cruces que se encuentran en viejos caminos y veredas formando parte de un paisaje costumbrista, «el Día de La Cruz» (3 de mayo) se respira curiosidad, tradición, belleza y olor a faya recién cortada.
Entre tanto, toda la Comarca lleva tiempo preparándose para participar en la más lucida de sus fiestas; montes, campos y costas proveen de elementos naturales a los ingeniosos artesanos que los secarán y vestirán con ellos los afamados arcos del Corpus Christi. En junio, estas esbeltas obras de arte adornan las diferentes calles del pueblo de Villa de Mazo. Pétalos de flores, espigas, semillas, musgos… dan forma a los arcos, alfombras, pasillos y tapices que se elaboran en honor de Jesús Sacramentado. Hermosos y espectaculares diseños se recrean en este festejo tan visitado considerado de Interés Turístico Nacional.
En septiembre, durante la fiesta de Los Dolores, en El Hoyo de Mazo tiene lugar, en la plaza, la verbena del Borrachito; del cuerpo de este gracioso personaje danzarín salen fuegos de artificio dándole colorido a la noche en la que se le rinde este singular homenaje a la tradición vinícola de la zona.
Con el dulzor de los postres navideños, el 5 de enero, se recitan y representan los antiguos Bailes de Pastor y el Auto de Los Reyes Magos.
SUGERENCIAS
Visitar las empedradas calles del pueblo, su Patrimonio Arquitectónico, las numerosas muestras artesanas, el popular mercadillo municipal, indagar en el pasado prehistórico, gozar de sus mágicos paisajes rurales, perdernos entre los muchos senderos de mar a cumbre… Todo esto y más se puede llevar a cabo en Villa de Mazo.
Para conocer mejor este hermoso territorio tendrá como oportunidades la práctica del senderismo con interesantes rutas que jalonan el vasto Municipio. Una de ellas parte de Montes de Luna y baja hasta el impresionante Barranco Hondo, pasando por el caserío tradicional abandonado de Tigalate Hondo y ascender hasta llegar a La Caldereta en Tiguerorte.
Otra opción para hacerla a pie o en bicicleta de montaña es la ruta que parte desde San Simón donde se inicia un camino rodado hasta las inmediaciones de Montaña del Azufre. La famosa Ruta de Los Volcanes también transcurre mayoritariamente sobre las cumbres de Villa de Mazo, concluyendo en Fuencaliente.
PUNTOS DE INTERÉS
Iglesia parroquial de San Blas
Se halla enclavada en el casco de Villa de Mazo, a la que se accede por una empinada calzada empedrada que comunica el templo con el resto del pueblo. Una pequeña ermita erigida en 1512 fueron sus orígenes, a la que se le añaden, siglos más tarde, dos naves más, dándole forma a su actual planta basilical. Entre los muros de esta arquitectura, de raíces mudéjares se encuentra un retablo central de caoba creado bajo las pautas barrocas. Un hermoso conjunto de imágenes flamencas del siglo XVI conviven en este lugar de recogimiento, entre las que destacamos la talla del patrón San Blas.
Junto a la iglesia está la casa parroquial (vivienda del párroco) recientemente restaurada, edificación de gran valor por su estilo y antigüedad.
El Pueblo
Desde el mirador de Morro Mojino, situado a las afueras del Pueblo podremos apreciar preciosas panorámicas abiertas al mar y concretamente del poblamiento disperso por toda la pendiente de la ladera sobre la que se asienta el núcleo poblacional. Numerosas casas señoriales se entremezclan con sencillas viviendas, lo viejo se combina con lo moderno, conformando un conjunto arquitectónico que trasluce la prosperidad vivida por sus habitantes en otros tiempos.
Además de un recorrido por sus calles, La plaza de Pedro Pérez Díaz es un punto de encuentro para los macenses; aquí se localizan las Casas Consistoriales (Ayuntamiento) de 1925 y la hermosa casona de Alonso Pérez Díaz. En este edificio, de líneas neoclásicas, se ubica la Biblioteca Municipal.
Otro hito destacado es La Escuela de Artesanía, pionera en la Provincia en su empeño por la recuperación y fomento de las labores artesanales en la década de los sesenta; una variada muestra de tejidos realizados a telar, bordados, cestería, cerámica…tienen cabida en este centro.
En la Montaña de Las Toscas, parte alta del Pueblo, se encuentra la zona recreativa acondicionada bajo el pinar con mesas y fogones, ideal para hacer un alto en el camino.
Mercadillo Municipal
En los fines de semana las tranquilas calles macenses se llenan de vida por el bullicio de los numerosos asistentes que visitan el Mercadillo Municipal.
Los agricultores ofrecen sus frescas frutas y verduras; dulces, licores, vinos, mieles y un sinfín de sabrosos alimentos podrán ser adquiridos los sábados y domingos de 9:00 a 14:00 horas.
Manteles, pañuelos, sábanas… bordados con esmero por manos femeninas, tienen cabida en este popular recinto como muestra del arraigo que las gentes del lugar tienen hacia las labores artesanas.
El Molino
En la carretera del Hoyo, situado en Monte de Pueblo, destaca altivo esta reliquia de la tecnología impulsada por la fuerza de los vientos del noreste que azotan esta vertiente de la Isla. Con paramentos bellamente esgrafiados (decoración geométrica) este viejo molino de los Ortega se nos muestra remozado tras una minuciosa restauración; aún podemos curiosear entre la maquinaria que movía las piedras y hacía girar las largas aspas.
Antaño, este pequeño recinto albergó pequeños negocios, zapatería, herrería, pero fundamentalmente los vecinos acudían a él para moler el grano de cereal y llevarse los alimenticios costales de gofio.
Ermitas del siglo XVIII
Durante el siglo XVIII, en Villa de Mazo se fundaron tres modestas ermitas por iniciativa fundamentalmente de familias adineradas que ambicionaban tener un lugar de culto en sus haciendas particulares.
En el santuario de Lodero (Hoyo de Mazo) se venera La Virgen de Nuestra Señora de Los Dolores, talla mejicana del siglo XVIII que representa a Cristo en brazos de su madre.
Santa Rosalía de Palermo y San Juan de Belmaco son otros hermosos ejemplos de la arquitectura religiosa de esa centuria en la que igualmente se guardan obras de imaginería y pintura de gran valor artístico.
Parque Arqueológico de Belmaco
Durante el siglo XVIII se hallaron en la gruta los primeros petroglifos descubiertos en el Archipiélago; a partir de aquí se comienza a indagar en la arqueología de las Islas. En este pionero yacimiento vivían los antiguos pobladores de Benahoare (nombre con el que se designaba a la isla) y en torno a él se ha creado un interesante centro de interpretación donde el visitante podrá descubrir las claves del mundo aborigen.
A partir de los espectaculares restos grabados en las rocas que se encuentran en la oquedad, el parque cuenta con un edificio donde se distribuyen en dos plantas la historia, ilustraciones, documentos fotográficos, maquetas y reproducciones de material arqueológico. Las visitas son guiadas y concluyen con un ameno paseo que discurre por los alrededores del caboco donde crece una variada vegetación endémica.
Las costas y Montaña del Azufre
La forma de maza para machacar el lino que adquiere un trozo de la punta que se adentra en el mar inspiró a un antiguo cronista del siglo XVI para dar nombre al Municipio.
La joven franja costera recortada y rocosa está creada a partir del vulcanismo reciente; pequeñas playas de arena negra como La Bajita, El Pocito, El Hoyo, La Cangrejera, La Salemera… se extienden a lo largo de 15 km. de litoral.
El cono volcánico de la Montaña del Azufre y su entorno destacan como puntos de especial interés paisajístico por su variedad geomorfológica. Entre la Punta de Tigalate y esta montaña se pueden apreciar hermosas zonas acantiladas. También es preciso resaltar la riqueza arqueológica, dejando patentes la importancia demográfica y el intenso aprovechamiento de los recursos naturales.
Cumbre Vieja
Las zonas altas del Municipio están enclavadas dentro del Parque Natural de Cumbre Vieja. La naturaleza es la verdadera protagonista entre los áridos paisajes volcánicos; numerosos conos surgen diseminados en el relieve como Las Deseadas, El Cabrito o Montaña de Los Charcos. Pero, sin duda, el Volcán de Martín es el más conocido entre los macenses; en 1646 vertió cuatro ríos de lava que corrieron ladera abajo hasta llegar al mar, toneladas de arena y cenizas cayeron sobre los campos durante varios meses.
Más al norte, se dibujan los perfiles de los pitones sálicos del Nambroque y el Niquiomo. La erosión ha puesto al descubierto sus cuerpos compactos y la humedad se deja sentir proliferando el pinar y el monte bajo, constituyendo espacios de un gran valor natural por sus peculiares ecosistemas.
Casa Roja
La casa familiar de Don Leopoldo Pérez Díaz es un inmueble muy significativo en la arquitectura doméstica del Municipio. Entre sus dependencias se alberga un centro divulgativo del Corpus Christi de tradición centenaria que cada año recibe miles de visitantes que se acercan para admirar los espectaculares arcos florales. También se aloja un espacio dedicado a los bordados, tan arraigados entre la mujer palmera, tomando un particular protagonismo. La historia, fotografías y una amplia muestra de labores y cisnados nos introducen en este mundo artesanal.
Sus proporciones generosas ponen de manifiesto la clase social de sus propietarios que la mandaron a construir a principios del presente siglo. El edificio pasó por varios herederos y compradores hasta que en la década de 1970 fue reestructurada para convertirla en Hotel; a partir de entonces, se comenzó a conocer popularmente como Casa Roja por ser este el color elegido. Sus elegantes simetrías realzan la estética de esta mansión neoclásica rodeada de jardines.
El Ayuntamiento la adquirió y restauró devolviéndole su forma original y actualmente es punto de referencia en el panorama cultural macense.
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