El amplio municipio de Garafía ocupa 102 km2 del extremo noroeste de la Isla extendiéndose de mar a cumbre entre los profundos barrancos de Franceses e Izcagua.
Su accidentada topografía se ve influenciada por los vientos alisios; de hecho, la estampa de los viejos molinos de viento identifica el paisaje garafiano. La cubierta vegetal de fayal-brezal y de pinar fue explotada históricamente como el principal recurso económico.
El antiguo cantón de Tagalgen tras la conquista castellana fue poblado mayoritariamente por moradores portugueses, muchos de ellos judíos expulsados de su país. Las tierras de las zonas medias realengas no repartidas fueron cedidas a los campesinos desde 1579 con la obligación de abonar la quinta parte de los productos obtenidos; el sistema de Quintos perduró hasta hace pocos años.
En 1812 adquiere la municipalidad y en 1906 el rey Alfonso XIII le otorgó el título de Villa.
La actividad económica del Municipio se centra en la agricultura y la ganadería, generando una importante industria del queso que cuenta con un centro de maduración y comercialización del producto. Pero sin duda, el Turismo Rural es la apuesta más novedosa; la oferta alojativa de calidad y sus bellos parajes avalan este próspero sector.
Por otra parte, las cumbres de Garafía son un punto de referencia para la comunidad astrofísica internacional en pro de un mayor conocimiento del universo.
LEYENDA de La Pared de Roberto
La mágica naturaleza que encontramos en la totalidad de la Isla se acentúa especialmente en sus cumbres; en estas latitudes tuvo lugar una hermosa leyenda al pie de una pared lávica, próxima a Los Andenes. Según reza la tradición, aquí se daban cita una pareja de enamorados bajo la luz de las estrellas; ella era una bella indígena de Garafía y él de Barlovento. El amor que ambos se procesaban despertó la codicia del mismo demonio. Se cuenta que el diablo creó este paredón pétreo en una sola noche con la intención de separar a los amantes, pero el valiente mancebo logró superarlo y en su esfuerzo cayó hacia los abismos de La Caldera de Taburiente. El maligno quiso hacer suya a la triste joven, pero ella le despreció y lanzó su cuerpo al vacío para reunirse con su amado.
La obra del diablo fue inútil y en su rabia partió en dos el dique de piedra basáltica que engendró esta trágica historia de amor.
TRADICIONES vinculadas al pastoreo
A través de los tiempos ha pervivido en Garafía la dura labor del pastoreo; ya nuestros antepasados conducían sus rebaños de mar a cumbre en busca de alimento, para ellos los animales significaban la vida.
Pero los pastores son los verdaderos protagonistas de esta arraigada costumbre, son sabios conocedores de montes, barrancos, abrigos, veredas, fuentes… que recorren junto a sus ganados haciendo sonar los cantarines cascabeles con los que el cabrero distingue a sus animales. En el zurrón o mochila lleva las provisiones y entre sus manos la larga lanza, heredada de los pastores prehispánicos, con la que se desliza de forma magistral realizando saltos espectaculares para sortear las dificultades del terreno. Estos hombres pausados y enteros viven miles de anécdotas, peligros inesperados, temperaturas extremas, largas distancias, silencios y soledades mitigadas por la fiel compañía del perro pastor garafiano, de carácter afable, considerada como raza autóctona palmera.
Al rito reposado del ordeñe le sucede la elaboración del sabroso queso artesano que adquiere su característico sabor tras ser ahumado con pencas de tunera seca, brezo o cáscaras de almendras.
FESTEJOS populares y genuinos
Genuinas manifestaciones populares se suceden en el calendario festivo en los diferentes pagos garafianos. Sus pequeños santuarios se engalanan con guirnaldas de colores y las noches se encienden bajo los fuegos artificiales.
Así tras las fiestas navideñas se escenifica el Auto de Los Reyes Magos el 5 de enero. Le sigue el día de La Cruz, el 3 de mayo, que los vecinos de Juan Adalid celebran de forma original en lo alto de La Montaña de La Centinela; viandas típicas y baile se le brida al visitante desde esta atalaya natural.
A las puertas del verano, el 12 y 13 de junio, es la ermita de San Antonio del Monte, del siglo XVI, la que se viste de gala. El importante poblamiento de portugueses en el norte de la Isla hizo que San Antonio de Padua, patrono de Portugal, fuera también el de Garafía. Entre los actos el más destacado es la feria de ganado en la que se exhiben abundantes ejemplares de bovinos, caprinos y ovinos junto a los dóciles perros pastores garafianos. La masiva participación de ganaderos de toda la isla hacen de este festejo, entre aromas de carne asada, buen queso y tragos de vino de tea, el más esperado por el pueblo.
Los días 15 y 16 de julio en Las Tricias, en las fiestas del Carmen, se lleva a cabo La Quema de Judas, un muñeco de trapo hace una parodia de la sociedad local leyendo su testamento antes de ir a la hoguera.
Los festejos en honor a la patrona La Virgen de La Luz durante la segunda quincena de agosto y la fiesta de Roque Faro en la primera semana de octubre ponen el punto y final.
SUGERENCIAS
La belleza y la variedad de los paisajes hacen que Garafía sea un tesoro por descubrir; sus lugares de interés natural, arqueológico y cultural, sus tradiciones, la degustación de una variada gastronomía y su particular artesanía de bordes, traperas, cestería… constituyen una seductora oferta para todos los que buscan el disfrute en un medio aún apegado a la forma de vida campesina. Diversas son las actividades complementarias que se pueden desarrollar: senderismo, escalada, bicicleta de montaña, barranquismo… cada rincón, cada lomo, cada sendero, cada pista forestal nos ofrecen la posibilidad de ser explorados dispuestos a sorprendernos.
Muchas son las rutas que el turista busca en sus ansias de conocer; así, les proponemos el antiguo camino real que comunicaba a los distintos caseríos de esta rocosa costa de hermosos acantilados; es una opción interesante para los senderistas más preparados. Desde Franceses, pasando por El Tablado, Don Pedro, Juan Adalid, El Mudo, El Palmar, hasta el mismo Santo Domingo, pasa esta senda de gran valor paisajístico y botánico.
La llamada «Ruta Verde», denominada así por la abundante vegetación y fuentes que transcurre en el Barranco de La Madalena, entre Don Pedro y La Zarza, puede ser mágica, al igual que los distintos itinerarios que parten desde Las Tricias hacia Buracas, Barranco de Izcagua, El Castillo o Briestas. Otros atractivos paseos se inician en Santo Domingo para visitar el bosque de dragos de El Palmar o llegar hasta San Antonio del Monte.
Las cumbres generan un torrente de posibilidades, sugiriéndoles la ruta desde El Roque de Los Muchachos hasta El Pico de La Nieve que se desarrolla por toda la crestería de La Caldera de Taburiente.
PUNTOS DE INTERÉS
Santo Domingo
Pasear entre las empinadas callejuelas de Santo Domingo, principal núcleo poblacional, nos puede reportar un mundo de sensaciones, viviendas tradicionales de rojos tejados se agolpan junto a ellas. Grandes casonas exhiben sus simétricas fachadas neoclásicas en la plaza donde los garafianos tienen un punto de encuentro.
A dos pasos se sitúa la iglesia erigida en el siglo XVI que adquiere, un siglo después, la definitiva y original distribución en dos naves. En esta misma centuria se remoza el laborioso artesonado mudéjar. En su interior se encuentran interesantes muestras de imaginería, destacando la venerada Virgen de Nuestra Señora de La Luz.
Paisaje costero
El amplio arco costero del Municipio se halla constantemente castigado por la fuerza del Océano; el mar ha sido el artífice que ha dibujado los espectaculares acantilados de gran belleza paisajística, en parte protegidos bajo la denominación de Reserva Natural de Guelguén.
Desde el mirador del Serradero en el puerto de Santo Domingo, podremos admirar los roques, en donde antaño nidificaban los guinchos o águilas pescadoras; ellos son testigos de los antiguos límites terrestres.
Lo abrupto del territorio hizo que proliferaran los amarraderos o prois en casi todas las desembocaduras de los barrancos locales; allí fondeaban las embarcaciones que transportaban pasajeros y mercancías.
El mundo botánico es otro de los atractivos de estas cotas bajas; robustos tabaibales se hacen fuertes ante el incesante viento que en otros tiempos movían los antiguos molinos con aspas de madera y hoy impulsan los aerogeneradores del parque eólico de Juan Adalid.
El pinar de Garafía
La masa vegetal de pino canario adquiere especial relevancia en esta zona de la Isla. Esta especie arbórea es una conífera de gran adaptabilidad al terreno, capaz de soportar temperaturas extremas, sequías e incluso rebrota tras un devastador incendio.
De esta joya natural el hombre extrajo pez, madera, leña, ramaje… a lo largo de los siglos. La intensa explotación forestal no ha mermado sus bosques que recubren la orografía insular, extendiéndose entre el codesal cumbreño y el fayal-brezal.
En la densidad del pinar de Garafía, declarada Reserva Integral despuntan las copas redondeadas de gigantescos ejemplares centenarios que pueden alcanzar hasta 50 metros de altura.
Parque Cultural La Zarza-Zarcita
Entre el verdor de la laurisilva que crece en la zona de La Mata se haya enclavada una de las estaciones rupestres más importantes de Canarias. Los húmedos cabocos de La Zarza y La Zarcita guardan celosamente este tesoro grabado magistralmente por los antiguos awaras. Espirales, meandros, círculos se entremezclan en una complicada trama de profundo significado mágico-religioso. Con ello se pedía al poder divino la fertilidad de los campos que alimentaba a su ganado, el agua era la esencia de toda vida.
En el cauce del barranco se sitúa un Centro de Interpretación Arqueológico que nos detalla las claves de la cultura de este pueblo de pastores. Las visitas pueden ser guiadas; los senderos proporcionan una amena información de la flora y la fauna local a través de paneles explicativos.
El Roque de Los Muchachos
El cielo y la tierra es una mezcla química perfecta en las cumbres de Garafía, paisajes sobrecogedores se asoman a las dos vertientes de la Isla. La gran depresión de La Caldera de Taburiente puede ser admirada desde diferentes miradores naturales como el de Los Andenes, donde podremos apreciar las escarpadas laderas que mueren en el ancho cauce de este Parque Nacional.
Varios roques coronan este enclave natural de alta montaña, cuya altitud máxima es de 2.426 m. Aquí subían los antiguos pobladores para alimentar sus ganados y rendirle culto a los dioses; los abundantes yacimientos arqueológicos lo constatan.
En los suelos pedregosos crece el manto de codeso y endemismos como la violeta palmera y el tajinaste de flores azules.
En este lugar privilegiado se encuentra el complejo Observatorio Astrofísico más importante del Hemisferio Norte. La transparencia de su atmósfera ha permitido que numerosos países hayan instalado aquí sus telescopios para desvelar los misterios del Cosmos.
Los caseríos de Franceses, El Tablado y Las Tricias
Entre los muchos asentamientos rurales garafianos destacamos el costero caserío de Franceses; gigantes acantilados marcan las vidas de los habitantes locales. Las casas de acento popular se concentran en torno a los caminos que serpentean por este territorio de lomos ondulantes. Propios de la zona son los pajeros con techos de tablones de tea y muros de piedra que antaño fueron humildes viviendas.
El paisaje protegido del vecino caserío de El Tablado es otro rincón de ineludible visita, los grandes desniveles orográficos envuelven un pintoresco lugar. Encajado entre dos profundos barrancos, viviendas y fértiles huertos se escalonan en la fuerte pendiente que mira el Océano Atlántico.
En el límite oeste del Municipio se sitúa Las Tricias, precioso enclave que crece al margen del Barranco de Izcagua. En la ermita de La Virgen del Carmen se ubica el corazón de este pueblo de almendros y casonas solariegas; un viejo molino de viento y el mágico bosquete de dragos centenarios cercano a una estación rupestre son las estampas más populares.
Área de San Antonio del Monte
La emblemática ermita de San Antonio del Monte le da nombre a esta gran área donde confluyen numerosos atractivos naturales, paisajísticos y patrimoniales. En las inmediaciones del Santuario se haya acondicionado el Parque de Ocio y Naturaleza ideal para el disfrute del medio a través de excursiones, senderismo, acampadas… Muy cerca se ubica el albergue de montaña que cuenta con 48 plazas de alojamiento, la Granja Experimental y el Centro de Maduración de quesos artesanales.
Por otra parte, el Parque cultural de La Zarza se encuentra integrado por medio de un bello sendero que discurre desde las estaciones arqueológicas hasta este interesante hito de esparcimiento de la Villa de Garafía.
Centro de Interpretación Etnográfico
Seis días a la semana abre sus puertas en La Casa de La Cultura de Santo Domingo este hito informativo y cultural para todos aquellos interesados en indagar en los particularismos de Garafía. Se hace un repaso histórico desde el período prehispánico hasta el momento actual, a través de paneles explicativos, documentos fotográficos y sistemas interactivos de multimedia.
La riqueza paisajística, flora, fauna y los recursos naturales, junto a sus costumbres y tradiciones de más arraigo, aspectos de la economía ganadera, agrícola o la artesanía quedan reflejadas en tres salas temáticas. Además se exponen trajes tradicionales y material etnográfico que ratifican la identidad de este pueblo norteño.
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